lunes, 21 de abril de 2014

Una escuela rural de Argentina usará la energía solar para calefacción

Se trata del establecimiento Almafuerte, en la provincia de Entre Ríos, Argentina, la cuál contará con un sistema de energía solar que servirá para calefaccionar las instalaciones. Se usará, básicamente, para calentar el agua de los grifos del baño del internado y a su vez, suplantar el uso de gas envasado, que es muy costoso y a la vez, tiene efectos nocivos al medio ambiente.
En esta provincia argentina ya hay otros proyectos relacionados a las energías renovables, sobre todo biodigestores que producen gas con los residuos de las casas. Entonces a estas iniciativas se le sumará la de la Escuela Rural Almafuerte, con paneles solares para calentar agua.
Se firmó un convenio de colaboración mutua entre la Secretaría de Energía local y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Entre Ríos en el cuál el organismo público entregó el dinero necesario para comprar un sistema de calefacción solar que será instalado en el colegio del pueblo de La Picada.
Rosario Badano, decana de Humanidades, destacó que la secretaría apoya permanentemente estas iniciativas y a la vez dijo que este proyecto compromete a todos a trabajar en conjunto para crear un gran cambio a nivel cultural para poder aplicar en varios sitios las energías alternativas.
Por su parte, Alberto Alcain, coordinador de Energías Alternativas y Eficiencia energética, informó sobre las utilidades de este sistema, el cuál servirá para calentar el agua que se usa en los baños del internado (los alumnos se quedan a dormir), para suplantar el gas envasado. Por el momento es una prueba, pero la idea es continuar extendiendo este sistema en otras instituciones de la provincia de Entre Ríos.
Está previsto, a su vez, un sistema complementario para los días donde la radiación solar sea menor, ya sea por las condiciones climáticas o por la estación del año. El ahorro en cualquier caso será más que significativo.

sábado, 19 de abril de 2014

Consejos para el ahorro

  1. 1.Usa los dos lados de las hojas de papel
  2. 2.Evita la evaporación en el riego de tus plantas y ahorra agua
  3. 3.Consume agua del grifo en vez de embotellada
  4. 4.Acuérdate de apagar la televisión
  5. 5.En los días de mucho calor, usa el transporte público en lugar del coche
  6. 6.Planta un árbol en el jardín de tu casa
  7. 7.Regula la temperatura de tu calentador de agua
  8. 8.Compra pañales reutilizables para tus hijos
  9. 9.Hazte un refresco de la manera más sostenible
  10. 10.Cierra el grifo de la ducha mientras te enjabonas

Nuevos mínimos de eficiencia energética en acondicionadores en Argentina


10 Abril de 2014
El uso de acondicionadores en verano, con olas de calor tan intensas como la que recién tuvimos, demanda una cantidad extraordinaria de electricidad. Con el objetivo de mejorar la eficiencia energética de estos aparatos de uso residencial, la Secretaría de Energía aprobó la Resolución 814/2013, en virtud de la cual se establecen los niveles mínimos requeridos de eficiencia energética.
De esta manera, la mayoría de los equipos acondicionadores de aire que hay en nuestras viviendas –aquellos con una capacidad de refrigeración menor o igual a siete kilovatios (7 kW) tendrán que ajustarse a la clase B en modo refrigeración y a la clase C en modo calefacción. La medida entrará en vigor a partir del próximo mes de abril, si bien es cierto que en el lapso de un año, ya para abril de 2015, el modo refrigeración habrá de cumplir con la clase A de eficiencia energética.
La resolución se ha adoptado en total coordinación con la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (AFARTE), que ya el pasado mes de julio calculó que el lanzamiento de nuevos modelos requeriría de 12 a 17 meses.
La medida supone un gran avance en el cuidado del medio ambiente, puesto que un acondicionador clase A refrigerando puede llegar a consumir hasta un 12 por ciento menos energía que otro de clase C, mientras que la diferencia entre uno B y otro C ronda el 6 por ciento. Algo muy a tener en consideración puesto que se estima que alrededor del 49 por ciento de los modelos de acondicionadores de aire ofertados en el país se concentra en la clase de eficiencia energética C en modo refrigeración.
En el lado de la calefacción, una clase C supone ahorros de un 12 por ciento de energía respecto a los equipos de clase D (que en la actualidad acaparan el 27 por ciento de las unidades ofertadas), lo que sin duda que aporta grandes beneficios puesto que un 40% de los equipos de calefacción corresponden a las clases de eficiencia energética D y E.
Esta colaboración entre Gobierno e industria beneficia a todos, comenzando por el medio ambiente. A fin de cuentas, el uso hogareño insume casi el 40% de la energía generada –y de ello, los acondicionadores casi un 10%- y con la tecnología existente es posible seguir disfrutando del confort sin derrochar energía. La resolución supone un gran paso respecto a la adoptada en 2011, cuando se determinó que los equipos comercializados a partir del 1 de marzo del 2012 debían mejorarse un escalón hasta llegar al nivel C.
Fuentes: Información Legislativa / Télam / Noticias Terra

Empresas B, más allá de la responsabilidad social empresarial


10 Abril de 2014
Desde que naciera en California en 2006, la certificación B Corporation ha ganado muchos adeptos en la Argentina. Se trata de un sello de calidad que se renueva cada dos años, extendido por la organización sin fines de lucro B Lab a aquellas empresas que cumplen rigurosamente como ciertos estándares de rendimiento social y medio ambiental, responsabilidad y transparencia. En suma, vendría a ser para los negocios sustentables lo que la certificación Fair Trade es para el café, por ejemplo.
En la actualidad ya existen más de 900 empresas certificadas en 29 países y 60 sectores de actividad. La Argentina no es una excepción y no sólo nacen empresas con la misión de solucionar problemas medioambientales, sino también las consultoras de comunicación que sirven de altavoz de estos negocios. La ONG Sistema B representa a B Lab en Sudamérica (Colombia, Brasil, Chile y Argentina) desde 2012 y en nuestro país ya roza la veintena de certificaciones.
Para el año 2015, la certificadora estima que las Empresas B podrían superar las 5 mil en todo el mundo. Sólo en Sudamérica ya hay 730 empresas identificadas con potencial para certificarse y 150 en proceso de hacerlo.
En realidad, este nuevo concepto retoma y mejora la filosofía de la responsabilidad social empresarial, incorporando nuevos valores como el cuidado del medio ambiente, el respeto por los trabajadores y proveedores, el comercio justo, la equidad y la inclusión social desde la misma naturaleza del negocio.
¿Cómo se pone en práctica este nuevo paradigma? Pues como ya lo han hecho empresas como Mas ambiente, que elabora jabón de uso personal a partir de la reutilización de aceite vegetal, o Greca, que confecciona objetos de diseño a partir de botones de descarte industrial. Son muchos los ejemplos de negocios que ya hacen gala de esta certificación, incluso, de negocios tradicionales como es el de la yerba mate. Es el caso de Guayakí que mantiene y restaura 20.000 000 hectáreas de Selva Tropical en el Atlántico Interior, además de soportar varias cooperativas y comunidades indígenas.
El nuevo modelo empresarial se antoja tan beneficioso que ya se habla de crear para él un marco jurídico propio bajo el paraguas de una futura Ley de Empresas B. De hecho, en la Ciudad de Buenos Aires existe un proyecto de incentivos a empresas sociales orientadas a negocios inclusivos, en el régimen de compras del sector público. Y es que la inquietud de nuestros empresarios por la certificación B cada vez es más patente, como demostraron los 50 mil asistentes y el centenar de stands que se dieron cita el pasado mes de noviembre durante la Expo Feria Nacional de la Sustentabilidad, celebrada en Berazategui.
Fuente: Flickr

sábado, 12 de abril de 2014

Batalla por el verde

El árbol, en su acción como un “acondicionador de aire” en el medio urbano, adquiere una importancia trascendental en el contexto de la ciudad futura atada al cambio climático.

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“Cabe pensar un plan nacional de arborización de los centros urbanos en conjunto con los municipios.”
Por José Andrés Repar *
Se trata del verde en los techos, en las paredes y principalmente de los árboles que poseen una enorme serie de atributos ambientales y hasta aspectos “mágicos y poéticos”. En los términos mercantilizados del mundo de hoy, calcular su valor económico en verdes con la cara de Franklin es lo que más puede conmover a los gestores de los bienes públicos.
El árbol en su acción como un “acondicionador de aire” en el medio urbano adquiere una importancia trascendental en el contexto de la ciudad futura atada al cambio climático. Es tan importante el ahorro de energía que producen los árboles en la ciudad y en toda la región metropolitana en épocas de calores extremos que obliga a considerarlos como un servicio público más, una especie de infraestructura que hace a la mejora de la calidad de vida, como son los caminos, las redes de gas o electricidad. Evaluaciones en este sentido son por lo general ignoradas por las planificaciones tradicionales de infraestructura.
Cada árbol introduce una actividad térmica muy importante en el verano para su propia sobrevivencia. Extrae agua y minerales del suelo donde las temperaturas por debajo del metro se hallan entre 15 y 20ºC y la lleva por sus canales hacia el tronco y hacia las hojas de su copa. En las hojas se hallan los poros o estomas por donde se produce la llamada transpiración de la planta y la evaporación al medio. Por distintas acciones químicas y mecánicas las plantas por lo general evacuan más del 90 por ciento del agua extraída del suelo. Al evaporarse, el agua enfría las hojas y con ello la zona cercana a la copa. “Una investigación del Departamento de Ecología Global de la Universidad de Carnegie concluye que evaporar el agua ayuda a enfriar la Tierra como un todo, no sólo la zona de evaporación, lo que demuestra que la evaporación del agua de los árboles y los lagos podría tener un efecto de enfriamiento en la atmósfera entera” (Environmental Research Letters, Nov. 2011).
En el árbol comienzan los intercambios de calor del agua fresca del subsuelo con la masa del tronco, pero principalmente se produce un efecto enfriador por la absorción del calor latente del agua que es de 540 cal./Kg. al momento del pasaje del agua del estado líquido al gaseoso. Ello permite que el sol no achicharre sus hojas, pero también refresca la copa y el aire alrededor y de hecho en su conjunto trabaja cual “acondicionador de aire natural”.
Un árbol maduro extrae en verano, según la especie, entre 100 y 600 litros/día. Para un árbol medio de 30 centímetros de tronco y copa de 3 metros de radio podemos asumir una extracción en días de verano de un volumen de 200 litros/día. El 90 por ciento de este volumen (180 litros/día) al evaporarse produce una transferencia calórica de cerca de 97.000 cal./día, que implica aproximadamente 90 Kw/h. En 24 horas de trabajo produce una transferencia promedio de 4000 cal./h. (3,6 Kw/h.) o, en otros términos, un enfriamiento medio de 4000 frigorías/hora (¿le resulta conocido este valor? Sí, efectivamente, es la capacidad de enfriamiento de un aire acondicionado medio).
Si el árbol está aislado y su copa expuesta a los vientos, la eficiencia de enfriamiento del aire es muy baja. Sin embargo, si se agrupan en dos o tres el follaje de uno hace de contención del otro. Ello ocurre también con los árboles plantados en fila en las veredas de la ciudad. Las cuadras que poseen árboles con buen el follaje en ambas veredas poseen un aire fresco considerable. Dado que los árboles se hallan en un sistema abierto, la utilidad de esa generación de frigorías para los fines de acondicionamiento del aire cercano se reduce. Se puede medirla en forma sencilla con un termómetro en la mano, registrando la temperatura bajo la sombra de un árbol y fuera del área de su influencia. En cuadras con diez árboles por vereda de diversos tamaños y especies, como hay en algunas cuadras de Núñez y de Belgrano, he registrado una dispersión de temperaturas, pero en promedio concurren a -7ºC por debajo de la temperatura al sol y/o de la marcada por la oficina meteorológica. Tomando dicho valor promedio, podemos estimar la energía media que es necesaria para mantener la misma. Para ello nada mejor que la fórmula calórica clásica de Q=c.m.(t1t2). Si asumimos un volumen del aire circundante al árbol de 3 metros de radio y unos 5 metros de altura observamos la necesidad de una generación efectiva diaria de al menos 5 kw/h. básicamente en las horas diurnas. Cuanto más se juntan las copas de los árboles se produce un enfriamiento mayor y una actuación más efectiva del árbol-enfriador. En la cuadra las unidades de refrigeración de los edificios cercanos reducen más su consumo de energía por el mejor estado de prerrefrigeración del aire tomado.
En un escenario de veranos de altas temperaturas, la plantación sistemática de árboles debería ser prioritaria en diversos puntos urbanos por la incorporación masiva de splits. Debería ser considerada una infraestructura de carácter obligatorio. Desde ya que los árboles no sólo introducen un extraordinario beneficio con el ahorro de energía sino que filtran el aire, disminuyen la polución y absorben enormes cantidades de dióxido de carbono (CO2) generado por ese desarrollo urbano.
Cabe pensar en este contexto un plan nacional de arborización de los centros urbanos en conjunto con los municipios. Tomar conciencia que las posibilidades de la alternativa ambiental de los árboles redunda en mejoras de la calidad de vida y salud de la población, además de no necesitar divisas. En principio plantar y cuidar los árboles es una responsabilidad municipal, pero también es una responsabilidad nacional, en cuyas manos está la gestión de generación razonable y suficiente de energía.
En el artículo “Climate Mitigation by Urban Forest” (Mc Pherson y otros, 2011) para California se estima que los 177 millones de árboles urbanos de todo el estado permiten reducir el pico de la demanda estival en un 10 por ciento (alrededor de 5000 MW).
La zona del AMBA posee un suelo fértil de buen suministro de aguas y no tiene períodos largos de sequías. Las napas poseen una buena intercomunicación. Los picos de lluvias pueden ser mitigados por la absorción y retención del agua en las hojas de los árboles. Planificar una inversión sistemática y ordenada para cubrir con foresta los espacios públicos y también los semipúblicos como los centros de manzana es la tarea. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay, según la Dirección de Espacios Verdes, unos 360.000 árboles en un total de 12.255 manzanas. Por la irregularidad de algunas manzanas puede considerarse que la ciudad cuenta con unas 48.000 cuadras típicas. Con la ubicación de un mínimo de 20 a 25 árboles por cuadra tendríamos un potencial de plantación de no menos de 1.000.000 de árboles. Cabe recordar que el modelo territorial emitido por el Gobierno de la Ciudad con pompa y lujo pero sin la debida participación de los vecinos estima sin mayores datos una posibilidad para toda la ciudad de 600.000 unidades.
Los 1.000.000 de árboles con una copa de 3 metros de radio implican 27.000.000 de metros cuadrados. Siendo tres millones los habitantes, nos permitirían tener 9 metros cuadrados de sombra por habitante. Por su parte, el resto del área metropolitana del Gran Buenos Aires posee en sus 40 municipios unas 200.000 cuadras típicas, que conlleva a una plantación total potencial de más de 4 millones de árboles. En este contexto y a falta de registros se estima un porcentaje posible de incorporación similar al de la CABA, que indica 2.500.000 de plantas nuevas. Con ellos es posible llegar, para los 10 millones de habitantes del conurbano, a una sombra de 10 metros cuadrados por habitante. La energía de enfriamiento que puede surgir de este enorme manto de verde, a partir de los 5 Kw/h. diarios llega en los 60 días de calor fuerte de cada verano a 300 Kw/h. por árbol. En 10 años dicho ahorro llega a más de 3 Mw/h. por árbol. Con el total de árboles nuevos posibles en la zona metropolitana evaluados en los 3 millones, en 10 años la prerrefrigeración del aire llega a 9 millones de Mw/h. A un costo medio de energía eléctrica en distribución de 80 dólares/Mw/h. se llega a los 720 millones de dólares en ahorro en generación y en distribución. El costo de los 540.000 árboles nuevos en la CABA más los 2.500.000 en el Gran Buenos Aires, a un valor unitario de 20 dólares por planta puede llegar a 60 millones de dólares.
* Ingeniero, miembro del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz y del Copua Consejo de Planeamiento Urbano Ambiental de la CABA.
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