10 Abril de 2014
El uso de acondicionadores en verano, con olas de calor tan
intensas como la que recién tuvimos, demanda una cantidad extraordinaria
de electricidad. Con el objetivo de mejorar la eficiencia energética de
estos aparatos de uso residencial, la Secretaría de Energía aprobó la
Resolución 814/2013, en virtud de la cual se establecen los niveles
mínimos requeridos de eficiencia energética.
La medida supone un gran avance en el cuidado del medio ambiente, puesto que un acondicionador clase A refrigerando puede llegar a consumir hasta un 12 por ciento menos energía que otro de clase C, mientras que la diferencia entre uno B y otro C ronda el 6 por ciento. Algo muy a tener en consideración puesto que se estima que alrededor del 49 por ciento de los modelos de acondicionadores de aire ofertados en el país se concentra en la clase de eficiencia energética C en modo refrigeración.
En el lado de la calefacción, una clase C supone ahorros de un 12 por ciento de energía respecto a los equipos de clase D (que en la actualidad acaparan el 27 por ciento de las unidades ofertadas), lo que sin duda que aporta grandes beneficios puesto que un 40% de los equipos de calefacción corresponden a las clases de eficiencia energética D y E.
Esta colaboración entre Gobierno e industria beneficia a todos, comenzando por el medio ambiente. A fin de cuentas, el uso hogareño insume casi el 40% de la energía generada –y de ello, los acondicionadores casi un 10%- y con la tecnología existente es posible seguir disfrutando del confort sin derrochar energía. La resolución supone un gran paso respecto a la adoptada en 2011, cuando se determinó que los equipos comercializados a partir del 1 de marzo del 2012 debían mejorarse un escalón hasta llegar al nivel C.
Fuentes: Información Legislativa / Télam / Noticias Terra
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